jueves, 21 de febrero de 2008

Condenado a Galernas

Yo me acordaba de cuando era pequeño y me leía lo de Asterix y Obelix, donde todo el mundo ponía mal los acentos en los nombres -os lo comento porque soy así de repelente-. Cuando me propuse venirme aquí, a la pérfida Albión, me acordaba de las torturas que aparecían en esos comics. Las de los romanos. Sobre todo lo de ser hervido en salsa de menta, condenado a los leones o a diez años de galernas.

En el otro extremo de la galaxia, siempre se habla del tiempo en Escocia. Es un tema socorrido donde los haya, como hablar del Madrid, de Gasol, de Esperanza Aguirre o, por qué no, de lo mala que está aquí la comida. Como ya comentaba Rotulador, o como ocurre con los cafés en españa, cada uno se lo toma de una manera.

El caso es que hoy venía con la bici y casi muero sucesivas veces, sin exagerar. Y lo peor no es la lluvia o la nieve que se te mete en los ojos. No. Es el viento. Es entonces cuando me he acordado. Esto es lo de las galernas?

- Condenados a galernas! -decian- Y si no, a los leones!

Y claro, los tíos enfilaban a los leones antes que enfrentarse a las galernas. El caso es que mañana tengo que dar una charla sobre el trabajo que he hecho aquí. En Edimburgo. Con las galernas. Por ahora tengo hecha la primera transparencia, donde aparece mi nombre.

Todavía no me he decidido, pero creo que me voy a decantar por la salsa de menta. No busqueis la asociación de ideas, yo llevo un rato y no hay manera.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fairy (perdón, Neikos), a ver si a lo que condenaban en los comics de Asterix era a galeras, y no a galernas. Busca "galera" en el diccionario de la RAE y mira el punto número 15. Ala, pá repelente tú, repelente yo.

Neikos dijo...

No hombre, las galeras eran lo de los remos!

susana dijo...

Pues cuando yo era más chiquitiqui y me bañaba en las aguas de La Concha, algunas veces, la verdad es que la mayoría, cuando estabas disfrutando de tu medio metro de playa, bajo un sol casi de ciencia ficción (por la climatología del lugar), de repente, en cuestión de segundos, el cielo se ponía negro, y soplaba un viento de apocalipsis. Todo el mundo recogía los bártulos mientras la arena se le metía en los ojos y en la boca (qué desagradable es masticar arena!) y corrían, corríamos, despavoridos, con la ilusión de llegar a buen recaudo antes de que empezase el chaparrón. Parecía Tiburón IV... qué recuerdos... Entonces, estabas condenado a Galernas... o sea a no ponerte moreno en la vida...